Prefacio de Zhang Ji en el Shang Han Lun (Versión de Weismann, Mitchell y Yè)

Este es el prefacio al libro “Shang Han Lun”, considerado uno de los clásicos de la Medicina tradicional China, y la base de la fitoterapia que aún hoy se usa, aunque es un libro que tiene aproximadamente 2.000 años. En él el autor, Zhang Zhong Jing, nos explica los motivos que le llevaron a redactar el texto, y critica con dureza a los terapeutas que siguen formulas preestablecidas, sin poner el énfasis en el diagnóstico diferencial de cada caso.

Sin duda un texto maravillosamente vigente hoy en día. Recomiendo mucho su lectura y una reflexión profunda a posteriori sobre si realmente los terapeutas hemos evolucionado tanto como han evolucionado, en estos 2000 años, otros aspectos de la vida.

 A partir de este punto todo el texto forma parte del libro Shang Han Lun, On Cold Damage de Nigel Weismann, Craig Mitchell y Féng Yè.

«Cada vez que leo sobre Yue-Ren entrando al reino de Guó para examinar pacientes e inspeccionar la complexión de los Marqueses del Qi, siempre suspiro con gran emoción por su increíble talento. Es desconcertante ver como los hombres cultivados de nuestra era no ponen atención a la medicina y, por tanto, no están versados en las artes médicas, algo que les permitiría tratar las enfermedades de los soberanos y de sus mayores, aliviar el sufrimiento de los pobres y desahuciados, así como salvaguardar su propio cuerpo y mantener su centro sano, todo para cultivar la vida.

En vez de eso, sólo compiten entre ellos y persiguen gloria y poder. Dedican su vida a esperar con fervor, casi de puntillas, a conseguir el favor de sus superiores o de familias con poder. Reverenciando y refinando banalidades, olvidan y abandonan la raíz. Mientras embellecen la superficie, empobrecen su interior. ¿Si la piel está débil, como va a mantenerse firme el cabello? Cuando de repente sufren de un ataque de viento qi malvado y desarrollan una enfermedad extraordinaria, encontrando desgracia y desastre, tiemblan. Abandonan su integridad, se rebajan y se arrastran ante sanadores que usan magia. Declarando su incompetencia, asocian su desdicha a designios del destino; las manos atadas, aceptando la derrota. Ostentando una esperanza de vida de, potencialmente, más de 100 años, su posesión más preciada, confían su salud a médicos comunes, que tratan vulgarmente, sin ningún respeto por la vida. ¡Oh, que aflicción! El cuerpo ya muerto y el espíritu destruido, transmutan en seres extraños, y descienden para vagar en el inframundo, sollozando y llorando sin provecho. ¡Oh, que dolor! El mundo entero observa con estupor, nadie es consciente, nadie sabe apreciar la vida. Tomándose la vida tan a la ligera ¿para qué todas esas charlas sobre gloria y poder? Mientras suben por la escalera social, no son capaces de amar y conocer a los otros: retirándose hacia sí mismos, son incapaces de amarse y conocerse a sí mismos. Encontrando el desastre y la desgracia, situados en una situación precaria, aún así, están nublados por la ignorancia, ciegos como almas errantes. ¡Qué pena! Los hombres que persiguen el camino de este mundo compiten para la ostentación vana, olvidando guarecer la raíz. Descuidando el cuerpo por perseguir posesiones materiales, su situación es tan peligrosa como si estuvieran caminando por encima de un fino hielo en el fondo de un hondo valle, así de serio es.

Mi familia antes era numerosa, antaño contaba con más de doscientos miembros, pero desde el inicio de reino Jian-An, en menos de diez años, dos tercios han perecido, siete décimas parte a raíz del daño por viento-frio (shang han). Lamentando la caída de nuestro glorioso pasado y la prematura perdido de tantísimas vidas que no pudieron ser salvadas, busqué, diligentemente, guía en los clásicos, recolectado sus varios remedios, y consultado el Su Wen (preguntas simples), Jiu Juan ( Los nueve fascículos), Ba Shi Yi Nan (Las 81 dificultades), Yin Yang Da Lun (El gran tratado del yin y el Yang), Tai Lu Yao Lu (El compendio medicinal de Ta Tai Lu) , y el Ping Mai Bian Zheng (La evaluación de pulsos e identificación de patrones) para crear el Shang Han Za Bing Lun, en total dieciséis fascículos. Aunque este libro no quiere curar completamente todas las enfermedades, permite entender el origen de las enfermedades. Si el lector sigue los materiales recogidos aquí, debería ser capaz de resolver más de la mitad del total de problemas médicos.

El universo se mueve acorde a las cinco fases, que se movilizan para generar los mil tipos. El hombre se constituye sobre cinco constantes, y por tanto tiene cinco órganos, así como canales y vasos sanguíneos, y los puntos. El Yin y el Yang interaccionan entre ellos de manera oscura y sutil, transmutan de maneras difícilmente previsibles. ¿Naturalmente, sin un gran talento para entender estos misterios, como puede nadie poner a prueba los límites de la lógica!? En la alta antigüedad, estuvieron Shen Nong, Huand Di, Qi Bo, Bo Gao, Lei Gong, Shao Shu, Shao Shi, y Zhing Wen, en la media antigüedad, estuvieron Chang Sang y Bian Que, en la dinastía Han, estuvieron Gong Shen Yang Qing y Cang Gong. Después de ellos, ya no conocemos más médicos famosos. Observando a los médicos de hoy en día, vemos que no basan su aprendizaje en los textos clásicos para desarrollar su entendimiento, en vez de eso cada uno hereda las habilidades pasadas a través de su familia, constantemente siguiendo y perpetuando las tradiciones familiares. Para valorar el estado del paciente se centran en el interrogatorio, y después de una breve charla, dan una simple decocción.

Palpar el pulso del pulgar y no molestarse en mirar el pulso del cúbito, tomar el pulso de la mano y olvidarse del pulso del pie (aquí parece referirse a que sólo miraban la posición cun, obviando la guan y la chi). No relacionan las tres posiciones, the wrist pulse with Man’s Prognosis and Instep Yang. Contando las pulsaciones y controlando su respiración, no completan las 50 pulsaciones. Son incapaces de diagnosticar cuando morirá el paciente, y no tienen ni idea de los nueve indicadores. No se fijan en la sala brillante (la nariz) ni en la puerta de la torre (Yin Tang). Esto es lo que se dice proverbialmente » observar el mundo a través de un tubo». Si esperan poder diferenciar entre la vida y la muerte de esta manera, les espera un trabajo difícil.

Confucio dijo: Aquello que saben de manera natural desde que nacieron son los mejores; aquellos que entendieron a través del estudio son los segundos mejores; aquellos que entendieron escuchando a otros son inferiores.

Siempre he valorado como un tesoro las artes curativas, con la esperanza de poner estas palabras en practica

Comentario del autor:

El prefacio original de Zhang Zhong Ji al Shang Han Za Bing Lun, que aquí se muestra dividido en 4 párrafos, no ha sido totalmente autentificado.

En el primer párrafo, Zhang Ji comenta la práctica de la medicina en su tiempo. En el texto podemos ver el axioma confucionista que propone que los eruditos tienen una obligación social y moral de ser versados en medicina. Para Zhang Ji, la medicina es, idealmente, no un servicio que da un especialista, sino una rama de conocimiento que los eruditos deberían conocer para beneficio de toda la sociedad como conjunto. Parece que la sociedad no satisface su exigencia moralista, porque los hombres versado no se interesan por la medicina y, cuando caen enfermos, recurren a sanadores mágicos.

En el segundo párrafo, el autor nos explica que su motivación para escribir el libro fue una enfermedad desenfrenada (posiblemente una pandemia) que se cobró un importante peaje en su familia y presumiblemente en toda la sociedad en general. Su solución consistió no en acudir a los sanadores mágicos, sino en estudiar la literatura médica disponible entonces. Cuando recordamos que este es un prefacio de una obra más larga y exhaustiva que el Shang Han Lun, nos damos cuenta que la intención de Zhang Ji era redactar un texto médico exhaustivo para unas necesidades clínicas muy reales.

En el párrafo tres, que en la edición del Kang Ping aparece impresa en pequeño, indicando que es una anotación, enfatiza la importancia del yin–yang y de las cinco fases en la medicina, dilucidando los misterios de la salud y la enfermedad que presuntamente fueron de un interés creciente a lo largo de los siglos. Hay una crítica específica a los métodos de diagnóstico, de cuales hay pocas o ninguna mención en el Shang Han Lun.

El párrafo final es una cita de la creencia Confucionista sobre el aprendizaje

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